Gilipollez Institucional

Últimamente me asombro ante la imbecilidad social en la que vivimos. Parece que finalmente, toda la plétora de derechos sociales conseguidos a lo largo del siglo XX se nos han subido finalmente a la cabeza, y ya no hacemos sino decir gilipolleces sin sentido, dignos de individuos que realmente han nacido ricos e imbéciles y no aprecian lo que realmente tienen, porque siempre lo han tenido, y centran su atención en completas memeces.

Hace poco hablando con una funcionaria relacionada con temas de educación, utilizó por primera vez el término “AMPAS”. Yo me quedé perplejo, pensando que una especie de hermandades al estilo de las de las universidades americanas se había abierto paso hasta los institutos españoles como pasó con la importación de la costumbre del carnaval de la cultura anglosajona.

“No, es que ahora con esto de la igualdad de género, hay que decir Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos. AMPAS.”

Mi ojo izquierdo se abrió desmesuradamente mientras el derecho se microscopizaba, a la vez que mis cejas se arqueaban de forma casi extraterrestre. “¿ein?“

Vamos a ver, sarta de patanes, qué tendrá que ver el oso con las ecuaciones. Que una cosa es una cosa, y otra el retrogradismo mental gratuito que es a lo que estamos llegando. En primer lugar, señores padres de las criaturas, deberían volver a primaria con sus hijos, a estudiar lengua castellana. O pónganse a escribir, es un hobby divertido y creo desarrollarán un acervo y un sentido crítico muy útil en esta sociedad del Imperio de los Memos.

Veamos, el plural de padre y madre es padres, basado en la regla general del idioma castellano por el cual cuando hay varios individuos masculinos y femeninos se usa por norma el género masculino plural. Es una norma. Una convención lingüística. Quizá hace siglos en el medievo se escogió el masculino en vez del femenino por la posición predominante del hombre sobre la mujer en la sociedad, pero en cualquiera de los casos, había que escoger un género de los dos. Y se escogió el masculino. Punto. El idioma castellano es muy rico y perfectamente capaz de expresarse de forma sencilla sin necesidad de alargar las frases o títulos de forma pueril, por lo que “padres y madres” es una perogrullada, se entiende que hay hombres y mujeres. Estoy de acuerdo en la discriminación positiva en ciertos casos como medida de compensación, pero en este caso es una estupidez, además teniendo en cuenta que deberían tener la cabeza en el futuro de sus hijos, que con los partidos políticos que nos han tocado en prenda, incapaces de logar un pacto de estado en materia de educación (mejor que el pueblo sea un rebaño de pollinos para que podamos lavarles el coco) nos estamos jugando la formación de las siguientes generaciones de este país. Deberían pensar en eso.

Los políticos. Ains, qué triste el panorama. Siguiendo con lo mismo, parece que estamos dando por regalado lo conseguido durante la transición democrática, todos los derechos sociales, y que hayamos vuelto al pan y circo. A ocupar las mentes en chorradas de poca importancia, perdiendo el camino buscando las gominolas por el suelo mientras la casa de chocolate de la bruja piruja se oculta detrás del árbol.

El estado del bienestar, tal y como se defiende hoy día, basa su acción en multitud de fundamentos, uno de los cuales es la descentralización de la administración para hacerla llegar al ciudadano. De esta forma en España las comunidades autónomas pueden dividir sus territorios en partes más pequeñas para desarrollar en ellas una administración local. De igual forma los ayuntamientos desarrollan su administración en los barrios para que los ciudadanos pueden realizar trámites sin necesidad de que el ciudadano deba desplazarse al centro.

Pero en este país, hecha la ley hecha la trampa. O la hijoputada, directamente, como diría Reverte. Porque una cosa es descentralizar la administración, y otra cosa es otra cosa. Como dice el “abuelo ninja”, si para desarrollar una administración local tenemos que crear algo llamado comarca, en la que tenemos que pagar un presidente de la comarca, un grupo de consejeros, viceconsejeros, secretarios, asesores profesionales, etc. Etc. Etc… pues mira, como dice el sentido común, mejor nos lo ahorramos. Aunque en realidad… quizá el sentido común no existe, porque si yo pienso que lo lógico es una cosa, y tú que lo lógico es otra muy diferente… pues ya no es común. Y todo esto, sumado al actual descontrol de los sueldos de la clase política, pues comienza uno a cuestionarse si el problema de la crisis no es tan grave en realidad, y el verdadero problema es que hay una cuadrilla de chupópteros empeñados en vivir del cuento. Cuando hay alcaldes de ciudad que cobran más que el presidente del gobierno… algo está fallando. Pero falta voluntad política para ello, porque sencillamente… no interesa.

Y mientras no seamos capaces como sociedad de exigir un mayor control sobre estas cosas, nuestros propios gobernantes a los que regalamos nuestros votos nos seguirán timando. Porque al fin y al cabo, los votos son gratuitos… si al menos hubiésemos ido a tal o cual político y le hubiésemos vendido el voto en plan… “a ver, ¿cuánto vale mi voto para ti? ¿Qué me ofreces?”