No hay futuro

“¿Dónde está mi melena ahora?” - Piensa en ese preciso momento en el que la melodía de esa canción resuena por sus duros oídos. El piano sube y baja, y esa voz le dice: “Dame el tiempo que no te haga falta… Prometo invertirlo en caricias en tu espalda…”

Hay demasiadas cosas que no entiende. Porque siempre fue el conservador de sentimientos, el radical, y se pensaba que todo era fácil y sencillo.Levanta la mirada, y allí están sus ojos. ¿Por qué? Y ahora están sonando “Los Despistaos”. ¿Por qué, por qué?

Jamás se creyó eso de que su corazón le obligase a algo que su razón rechazaba por todos los medios, pero, siempre hubo una primera vez para todo, y ahora se encuentra cara a cara con un fantasma de lo que le hizo feliz.
El fantasma le coge de la mano y la acaricia.
“No debo” - piensa - “Ésto no es lo que quiero” - Pero los resquicios de aquellos momentos en la oscuridad y el calor de la manta salen a la luz y se le lanzan al pecho como pequeños insectos. Ahí excavan el agujero más profundo posible, y alcanzan la raíz de todo sentimiento, donde segregan su veneno.

Y no es capaz de evitar el impulso de vivir una mentira. Pero, ¿es una mentira? Ni siquiera es posible discernir. Falso, ni siquiera quiere discernir.

A pesar de todo lo ocurrido, muy doloroso para él, aún es capaz de hacer un ejercicio mental. Rechaza aquel proverbio de “Si me engañas una vez, es culpa tuya. Si me engañas dos veces, es culpa mía”, y no piensa en Ellos. No se imagina momentos en los que él es el extranjero, el observador de una película de terror; en los que los antagonistas disfrutan del Ángel que ella fue en los momentos más oscuros y más claros en las cuatro pequeñas paredes de su habitación. Ellos no están aquí ahora… Estuvieron, pero este instante es mío.

Es más fuerte el deseo de revivir una décima de uno solo de los segundos en los que creyó ser feliz. Pero la mentira y el dolor están ahí. Y sabe que al día siguiente todo pasará, la lágrima volverá, y le saludará con la mano abierta, y aquello que esa cálida noche se revivió, solo será un recuerdo de lo que disfrutaron y soñaron juntos.

En el último momento, en el que su abrazo parece lo único que importa en un Mundo que no premia ni castiga a quién debería, la despedida empapa toda una escena de cariño vivo en gestos y caricias. Querría gritar, llorar, golpear la pared con las dos manos, tirarla abajo, doblegar una pasión que me da palmadas en el hombro, y a la vez llama a la angustia para reirse de mí por detrás… Pero prefiero disfrutar lo último de lo que soy capaz de disfrutar con ella. Un único abrazo.

Por esta Página de mi Libro no hay futuro.